Hace ya mucho tiempo que lei este texto de Julio Cortázar y no hace demasiado tiempo que una firma automovilística lo eligió para el anuncio de uno de sus modelos.
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Pues hace un rato, aún no sé porque, el texto ha aparecido delante de mis ojos pero cambiando eso del reloj por un blog. Será que ahora estoy empezando este y me estoy volviendo algo más perceptivo de lo habitual 😛 El caso es que quedaría algo así…
Piensa en esto: cuando inicias un blog te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No empiezas solamente a escribir, que las escribas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena plataforma, con AJAX a raudales; no inicias solamente esa recolección de ideas que te meterás en la cabeza y no dejarás de pensar en él. Inicias -no lo sabes, lo terrible es que no lo sabes-, inicias un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que surtir de contenido cada cierto tiempo para que no lo consideres un fracaso. Inicias la necesidad de darle la dirección a tus contactos, la obligación de escribir en el para que siga siendo un blog; te regalan la obsesión de atender a tu lector de feeds, estúpidas estadísticas y revisar los comentarios. Te regalan el miedo de un ataque de SPAM, que se llene de trolls, de que se caiga el servidor y deje de funcionar. Inicias una carrera por el PageRank, y la inseguridad de si hay una actualización de seguridad que no has advertido, inicias la tendencia de comparar tu blog con los demás blogs. No inicias un blog, tú eres el iniciado… en el mundo de la blogocosa.
Mañana pasaré parte del día en Vilagarcía de Arousa así que ya os contaré.
Por cierto… se abre la veda para la mejor adaptación de “Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj”
si te hablo a tí!!!!
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